Cuando empezó la cuarentena me animo a decir que todos vimos todo negro. En ese momento empezamos a aprender un poco cada día acerca del fenómeno de los cisnes negros, de cómo irrumpen y cambian todo de un día para el otro, de cómo nos desconciertan y nos muestran que el mundo que conocíamos no existe más, que todo lo que sabíamos no nos sirve para predecir lo que va a pasar.

Una de las cosas más marcadas de los cisnes negros es que nos obligan a planificar mucho más a corto plazo e ir ajustando “sobre la marcha”, otra regla que impone el Cisne Negro es la reacción rápida.  Aquí es donde nosotros vemos la diferencia. Dentro de nuestros clientes, colegas y amigos vimos gente que rápidamente hizo un plan sencillo y empezó a reinventarse porque hizo la lectura de que el mundo no iba a volver a ser como antes, nunca más. Por el contrario hubo personas que decidieron seguir atadas a su plan pre- pandemia porque no querían o no podían modificar su mindset y correrse del lugar en el que estaban, se quedaron esperando que el mundo volviera a ser como antes. Por supuesto los primeros ya se recuperaron y hasta tuvieron un buen año y los segundos siguen esperando a que “las cosas se acomoden”.

Nadie esperaba esto, nadie celebra que esto haya ocurrido y que siga ocurriendo pero definitivamente muchas cosas del nuevo mundo o de la nueva normalidad son mejores y para muchos se han dado muchas oportunidades profesionales que de otra forma tal vez no se hubieran dado.